viernes, 22 de abril de 2011
Y… habrá que seguir esperando (Relato)
Es verdad que no pudimos clasificar, que nos ganaron en Misiones y nos volvimos con las manos vacías. ¡pero algo hay que rescatar!. Nunca faltan los exitistas, esos tipos que hasta el sábado por la noche andaban preguntando cuánto costaba el pasaje a Buenos Aires y si el 29 pasaba por retiro para ir a La Boca, después andaban criticando y renegando con todo ¿A La Boca? Mirá vos si vamos a ir así nomás a La Boca. A vender cuadros será. Está bien que soñemos, pero no como algunos que en la primera desilusión ya se vienen abajo. El Cabezón Pérez me decía que si llegábamos al Argentino A, el Nacional B estaba a un paso y desde ahí el fútbol de primera sólo era un trámite, una cuestión de tiempo. Y me lo aseguraba, haciéndome números. “Mirá—me decía— si Atlético y San Martín llegaron, cómo no vamos a llegar nosotros. Somos el club más antiguo del interior y el tercero que se fundó en la provincia. O sea, que a nosotros nos toca ir en cualquier momento, hay que estar preparados”—me advertía. “Claro”— le decía yo— qué más le podía contestar. Porque no falta ese al que uno contradice y si después el domingo se pierde te echa toda la culpa a vos, sólo porque se le ocurre que como lo contradijiste sos uno de esos tipos que trae mala suerte al equipo y después te señala como si fueras el portador del virus que no le permite ascender al equipo. Cinco a uno perdimos en Misiones contra Guaraní Antonio Franco, y no le pudimos echar la culpa ni al árbitro ni a la altura. Porque, mirá, a veces para justificar una goleada de esas que no tienen justificación uno le echa la culpa al árbitro, a la altura, a la cancha porque estaba barrosa, al césped que estaba alto y no sé a cuántas pelotudeces más que se le ocurren a uno con tal de que no se le cruce la idea ni por un minuto en no ir más a la cancha porque el equipo desilusionó. No señor; hay que agarrarse de lo que venga con tal de no perder la esperanza. A mí la verdad que también me ilusionaba la idea de clasificar y llegar al Argentino “A”. Pero no sé si por miedo o por cábala yo no nunca pensé en ir más allá y mucho menos pensar que un día Famaillá estaría saliendo por el túnel de La Bombonera. ¿Te imaginás? cinco mil famaillenses en la bandeja de arriba gritando como locos y con una bandera inmensa diciendo NUEVA BAVIERA PRESENTE JUNTO AL FAMA. Te juro que algunos lo pensaban y se lo creían. Hay otros que siguen esperando la oportunidad. Si cuando nos juntamos en el bar del lerdo, en el Bar Cóndor, algunos lo dicen y lo presagian en la mesa. El club tiene más cien años y en este septiembre cumple 102 años. ¿Con qué habrán soñado Alberto Albarracín el primer presidente y la Comisión Directiva? ¿Con qué hazañas? Te cuento: el color de la camiseta del Club Famaillá la tomó de los colores de Atlético Tucumán; los estatutos fundacionales fueron facilitados por el equipo de la 25 de mayo; el primer partido jugó contra “Buchardo”, que algunos especulan fue la base de lo que después sería San Martín de Tucumán; la primera copa que ganó, donada por el entonces gobernador Ernesto Padilla, fue en un partido contra Football Club de Monteros. En las estadísticas se había arrancado al pelo, pero ¿hasta donde habrán llegado los sueños de las hazañas? La última campaña por el ascenso al Argentino “B” fue impecable, lleno de jornadas memorables. La noche que viajamos a Río Cuarto a jugar la final por el ascenso contra Atenas, ese sábado por la noche antes de partir hacia Córdoba, en la plaza San Martín había tanta gente como en las fiestas patronales de la virgen del Carmen en el mes de Julio. Más de veinte colectivos, como tres cuadras de autos, camionetas, trafics, qué se yo, no se si algunos por ahí no habrían estado pensando en irse en moto. Pocos fueron los que quedaron en la localidad: los turnos de emergencia, mujeres, niños y algún amante oculto que aprovecho la circunstancia. Bueno, esta es la razón por la que hay quienes se entusiasman y arriesgan diciendo que el día que tengamos que viajar a La Bombonera vamos a tener que cerrar el pueblo. Hasta sé que la hinchada del Barrio Chino le hizo un pedido formal al Mellizo, el Intendente, para que aumente la cantidad de santos en la Galería de la Veneración, porque con San Expedito y los que hay, sólo nos alcanzó hasta ahora para llegar al Argentino “B” y en el caso de ir a jugar en la Bombonera, base fundamental del pedido que reflejaba la nota, “vamos a necesitar un refuerzo de santos y mejor si son Santos Brasileños que tienen experiencia en campeonatos difíciles”. Por otra parte, algunos ya están echando a mano a algunos finaditos milagrosos que están en enterrados en el cementerio a la entrada de la ciudad. No, no es fácil; por eso me molestan esos tipos que creen que es cuestión de entrar a jugar y ya salís campeón. Ni cuando el arquero era “el negro” Pereyra y jugaban “Valija” Córdoba, “Pepino” Nacif y “el pato” Sleiman fue fácil. No, señor. Hay que guardar la banderita hasta que pase el mundial y dejar descansar por el momento a las brujas del pueblo, no andar mangueándoles goles a los santos de la Galería de la Veneración, dejar en paz y no hablar a los parientes que se fueron a vivir a Buenos Aires cuando cerró el Ingenio Baviera para preguntarles tonteras sobre los recorridos de las líneas de colectivos, ni presionarlo al tipo de la FM local, cuya onda tiene actualmente el alcance de unas cuadras, para que prevea los detalles técnicos de manera tal que la trasmisión del partido llegue perfectamente desde La Boca hasta el centro de Famaillá. Por ahora, habrá que seguir esperando.
(publicado en la revista Trompetas Completas)
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